Paciente, 23 años
Pérdida. Pérdida es la mejor forma de describir como estaba cuando recién llegué a terapia. Me había perdido yo como persona, en un sentido figurativo. Al llegar a estudiar afuera, sentí que no tenía ninguna certeza, sentía todo el tiempo miedo y solo pensaba en volver a Chile, contaba las horas para poder ver a mis amigas y familia, aunque sabía que quedaban años. Me dijeron un montón que iba a pasar, que era transitorio, pero en esa pena no era capaz de ver que realmente iba a mejorar. Debo haber llorado todos los días.
Ahora miro para atrás y me encantaría poder decir “Que tonta que lloraba todo el día y estaba tan triste”, pero no es así. Lo digo en el mejor de los sentidos. Me alegro tanto de haberme dado la posibilidad de sentirme vulnerable, porque fue en ese lugar tan humano que me di cuenta de las cosas que más apreció. El haber estado triste al principio me ayudo más de lo que me gustaría aceptar, estamos más preparados para arrancar de las penas y hacer como si nada, más que asumir que el dolor también tiene su propia historia que contar y que eso también está bien.
Porque para mi fue la aceptación de ese dolor desde el no juicio y la amabilidad, que hizo que me convirtiera mi propia mejor amiga. Pude ser capaz de detenerme y ver que siempre hay gente dispuesta a ayudarme, que las cosas buenas y la felicidad no es algo a lo que uno llega, sino que son pequeños momentos dulces que se mezclan con los amargos. Que en la medida que me regalaba la oportunidad de sentir el dolor, también me estaba regalando la oportunidad de sentir la felicidad y mirar lo que aprecio de la vida.
Meses más tarde he podido conocer a gente tan buena y preocupada, salir de mi zona de confort, para darme cuenta de que el miedo no es algo malo sino una emoción que dice a través de mi cuerpo “Atrévete, haz lo que te incomoda”. Finalmente regalarme la posibilidad de sentir: miedo, la pena, la rabia y el ser vulnerable….me ha dado la oportunidad de sentirme también tan humana. Y es la capacidad de dejarme sentir humana y estar con mis emociones, es lo que me ha permitido ver las cosas buenas de la vida mezcladas con la que no lo son tanto, conocer gente desde lo que soy aceptándome y lograr lo que quiero y me propongo, desde un lugar más amable y menos crítico.
Ahora me doy cuenta de que estar triste, la incertidumbre, el miedo estarán siempre en mi vida, y al mismo tiempo pasan. Porque todo pasa, porque todo es transitorio, porque las emociones cambian y la vida baila. Aún cuando no lo podemos ver ni creer, va a pasar, porque todo pasa. Lograr aceptar esta humanidad me llevó a encontrarme de nuevo conmigo, a darme cuenta de las mil y una posibilidades que trajo mi decisión de irme de Chile, y sobretodo me regalo la posibilidad de aprender a sentir y ESTAR aquí, hoy, presente….creando mi propia vida.