¿Por qué hablar de inclusión me genera tantas emociones? ¿Qué pasa conmigo cuando este tema entra en mi cabeza? Podría decir que mi primera emoción es miedo a hablar, temor a tomar la voz de madres con hijos con necesidades especiales, cuando yo no soy una de ellas. Miedo a hablar sin saber, a intentar plasmar ideas sin haber recorrido ese camino. ¿Por qué me atrevo ahora a hablar? Porque me di cuenta que no quiero usar la voz de esas mamás, porque ellas tienen su propia voz para gritar y mostrar lo que sienten. Hoy decido tomar mi propia voz y hablar de mis hijos y de lo que ellos, yo y nosotros como familia necesitamos.
Soy una convencida, que tener un niño con necesidades especiales en la sala de clase los convertirá en personas diferentes, los hará crecer y mirar el mundo desde otra vereda. Los hará respetar las diferencias, porque ¿no somos todos diferentes al fin y al cabo?. Me parece egoísta y poco compasivo que el sistema educativo actual no acepte o tenga solo un cupo para niños con necesidades especiales. Es como si tuviéramos que hacerles un espacio especial en la sociedad, cuando en realidad ese espacio ya debería existir, solo porque ellos existen. El mundo es diferencia, todos somos diferentes, algunas diferencias se quedan en lo implícito y otras son más explícitas, pero TODOS somos únicos. Todos somos únicos en nuestra manera de aprender, de vivir, de mirar la realidad, de vernos y de comunicarnos. Y entonces ¿todos deberíamos tener un cupo especial para ser parte de esta sociedad?. Me parece injusto, injusto para los niños con necesidades espaciales e injusto para mis niños que son privados de vivir, experimentar y aprender a coexistir en estas diferencias.
Decido escribir en esta semana en que se celebra el día internacional del Sindrome de Down, porque creo que mis hijos necesitan inclusión. Ellos necesitan vivir y tocar otras realidades que no sean sólo la suya. Porque es en nuestra capacidad de mirar al otro en sus necesidades y poder empatizar con ellas, lo que nos hace personas más humildes, generosas, asertivas y empáticas. ¿Porque no querría inclusión para mis niños si ella es puro crecimiento? ¿porque no querría que en su curso pudieran vivir y respetar la realidad de lo que es la vida?.
De mis hijos no espero grandes profesionales, con buenas notas y muchos diplomas, de mis hijos por sobre todo espero que sean buenas personas. Y estoy segura que eso lo aprenderán dentro de la diversidad que es la VIDA.
Creo que el sistema educacional está cambiando, que cada día estamos visibilizando más la necesidad de la inclusión en los colegios y el la vida. Pero aún queda mucho camino por recorrer. Espero algún día dejar de hablar de inclusión para comenzar a hablar de convivencia. La vida es diversidad, todos tenemos distintas capacidades y habilidades, y todas ellas brillan en el contacto con el otro. La inclusión no se habla, se vive y se actúa en lo cotidiano. Espero mis hijos puedan tener esa oportunidad en su día a día.
Espero ser parte de un país y un sistema donde no existieran los cupos de integración, sino que las puertas estuvieran abiertas a la diferencia, porque de la diversidad también aprendemos. Nuestros hijos no sólo necesitan aprender matemáticas, leguaje, historia y arte. Nuestros hijos necesitan tocar la VIDA y tocarla en su totalidad.