Hoy me elijo en mi vulnerabilidad y elijo mi valentía

La semana pasada les deje una carta de una querida paciente que despedía a Ana, su anorexia que la había acompañado durante años. Después de despedirla pudimos darle la bienvenida a ella misma, escribiéndose una carta basada en la compasión, en el miedo, en la vulnerabilidad que implica el cambio y en la valentía que se requiere para poder aceptarse con luces y sombras.

Ella eligió abrazar su vulnerabilidad. Abrazar ese estado emocional de incertidumbre, para poder tomarse de la mano y confiar en ella misma. No en su perfeccionismo y exigencia, sino en su amabilidad, compasión y respeto. Para mí esta carta representa la primera transformación de esa voz interna, la bienvenida a poder tratarse de otro modo y regalarse a uno mismo lo que sueña con entregar a un otro. Si algo me ha enseñado esta nueva mirada de la compasión es que si no nos ponemos primeros en la lista, para amarnos, ser amables y respetuosos con nosotros mismos no hay ecuación que funcione.

Solo en la medida que soy compasiva conmigo, puedo ser compasiva con el otro. Solo si me permito sanar, permito que el otro sane, solo si me permito ser vulnerable doy el espacio al otro para ser amado en su vulnerabilidad.

Como la frase que parte citando Tara Brach en su libro “Compasión radical”: “No intentes salvar el mundo entero ni hacer nada colosal. En su lugar, abre un claro en el espeso bosque de TU vida” (Martha Postlewaite). Todos tenemos nuestro propio bosque, busca ese claro en el tuyo y ya estarás haciendo suficiente.

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