Carga Mental, la difícil tarea de la que nadie habla

Lograr día a día, que no se nos escapen los detalles de la casa, del trabajo, de las amigas y de la vida, es una tarea titánica casi en todo momento para las que somos mamás. Pareciera que siempre estamos más agotadas que nuestra pareja, que quisiéramos dormirnos antes o que termine rápido el día. Y no es porque ellos no hagan las distintas tareas de la casa, sino porque lamentablemente las que llevamos el control mental de toda la logística que implica somos nosotras.

Los psicólogos hoy lo llaman “carga mental”. Según un estudio español el 87% de las mujeres la sentimos, contra un 25% por parte de los hombres. Lo paradójico es que, aún siendo una sensación que al parecer sentimos casi todas las mujeres, pareciera ser un tema del que nadie habla. Es como si mentalmente ya lo tuviéramos asumido como parte de nuestro rol.
Finalmente las mujeres terminamos haciéndonos cargo mentalmente de todo lo que corresponde a la casa y la crianza de nuestros hijos, sumado a una imperiosa necesidad agotadora de que todo funcione a la perfección: turnos escolares y de cumpleaños, regalos varios, coordinar cuando va el jardinero, pagar a los que nos ayudan en la casa, hacer tareas, preocuparnos de firmar la libreta de comunicaciones, del almuerzo, de ir a buscar a nuestro hijo mientras vamos a dejar a otro, de los horarios del fútbol, el cumpleaños de nuestros propios hijos y el del marido, de llevarlos al dentista, al psicólogo, de llamar a la profesora particular, de estudiar o hacer tareas cuando aún nos queda un poco de paciencia, de hacer las compras, y tener todo listo para cuando invitamos a comer, de llamar al cable porque no funciona, de sacar las hojas del filtro de la piscina (jajaja esa fue la última que me pidió mi pareja)…..podría seguir infinitamente. ¿Se sienten identificadas? Sumado a todo esto algunas de nosotras trabajamos día completo o medio día o algunas horas a la semana, eso si nuestra cabeza o estado mental lo permite.

Y entonces cuando llegamos a enero, por fin respiramos, pero ese respiro dura poco, justo hasta cuando nos damos cuenta que tenemos que empezar con la siguiente lista de pendientes: útiles, uniformes, menú de las vacaciones y comprar todo lo que falta para partir. Una vez más, pareciera que esa lista de pendientes nunca se acaba. Es entonces cuando nos sentimos cansadas, abrumadas. No existe ese respiro necesario de tener la mente en blanco o al menos tener UNA sola cosa por hacer.  A ratos se hace tan difícil sostener esa lista mental interminable, que empieza a crecer la rabia. Rabia porque tu pareja no “ayuda” o no “valora” todo eso que haces. Empiezan las peleas y la frustración. Todo tiene que funcionar, todo tiene que calzar y además nos exigimos andar contentas, bonitas y de buen genio. ¿No será mucho lo que nos estamos exigiendo a nosotras mismas? ¿Cuándo fue la última vez que tomaste una hora al doctor para ti, o que fuiste a la peluquería o te fuiste a un café con las amigas o a comprar ropa sin un hijo colgando?.

Sin duda nos empezamos a sentir sobrepasadas, por una carga mental de la que nadie habla, que nadie ve y que no es valorada. Y lo peor es que no podemos soltarla, porque es ella la que precisamente hace que todo “funcione”. Vale la pena preguntarse: ¿Funcionará realmente? ¿Cuál es el costo emocional que tenemos que asumir porque todo “funcione”?. Desde mi mirada esa sobrecarga solo tiene resultados positivos desde lo funcional, porque sí, la casa funciona, pero ¿cuánto dejamos de funcionar nosotras? ¿Qué necesitaremos para darnos cuenta que en realidad sumarnos SOLAS esta mochila al hombro no está dando buenos resultados? Está comprobado que es esta carga mental la que lleva a peleas y hasta rupturas matrimoniales. No por nada las mujeres somos más consumidoras de ansiolíticos y antidepresivos. ¿Qué pasa que no logramos equilibrar la balanza? ¿Por qué no nos permitimos descansar o delegar ciertas tareas? ¿Confiar en que otro la puede hacer tan bien como yo?.


Uno podría automáticamente echarle la culpa al hombre, pero la realidad es que las mujeres también nos encargamos de mantener este estatus quo, donde el hombre hace lo que le pedimos y nada más que eso. Somos nosotras las que no delegamos o porque no confiamos en que lo harán “tan bien” como nosotras, o porque queremos “cuidarlos y que descansen” o porque simplemente viene en nuestro chip por ser mujeres.  La realidad es que esto no debería pasar, ya que como pareja deberíamos lograr equilibrar la carga mental y hacerla “nuestra”. Deberíamos ser capaces de hacer un plan donde cada uno (hombre y mujer) pudiera hacerse cargo de ciertas áreas de la vida diaria.

Si miramos la casa como una empresa podríamos sentarnos a dividirla en departamentos: salud, belleza, tiempo libre, logística, deporte, decoración, recursos humanos, contabilidad, insumos, etc. Necesitamos sentarnos como pareja a mirar quién es la cabeza de cada departamento y si está poco equitativa esa repartición habrá que replantearse como dividirlo de manera justa, donde cada uno pueda hacerse cargo por completo de esos departamentos. No vale que como mujeres sigamos alegando y quejándonos. Si realmente nos sentimos sobrepasadas por esta carga mental tenemos que hacernos cargo: lo primero es ponerlo sobre la mesa y hablarlo, para después aprender a delegar sin criticar. Tomará tiempo de adaptación para que el otro se haga cargo de lo que nunca ha hecho, como en cualquier cambio de trabajo o cargo necesitará un tiempo de aprendizaje. No pretendamos que todo funcione a la perfección automáticamente esto debe ser un trabajo en equipo, donde tendremos que enseñarle al otro para que pueda realmente asumir ese departamento en su totalidad.

No tengamos miedo a poner este tema sobre la mesa, desafiémonos a ser más transparentes en mostrarle al otro como la carga mental nos sobrepasa, nos pone rabiosas y quejonas. Estemos abiertas a pedir y equilibrar los roles. Recibamos lo que el otro nos pueda entregar, sin criticar y sin presionar dando el tiempo necesario para el ajuste. Dejemos de esperar que nuestro marido sea “voluntarioso” y que se le ocurra por sí solo hacerse cargo de ALGUNAS tareas. La realidad es que necesitamos mucho más que “ayuda”. Necesitamos que el otro sea parte de un equipo, donde dos cabezas se hacen cargo de esta empresa, nuestra familia, que es sin duda la más importante que nos pone la vida por delante.

Entonces para partir necesitamos dividir los departamentos de esta empresa y reacomodar a sus cabezas. Cuando ya lo hayamos hecho, conversemos con nuestra pareja cómo ocurrirán nuestros tiempos de descanso.  Porque como escuché de un psicólogo español hace poco, necesitamos  darnos cuenta que para no tener rabia o rencor los tiempos de descanso deben ser compartidos.  Si logramos compartir estos tiempos sentiríamos la balanza mucho más equilibrada. Siempre que uno descansa y el otro está en alguna tarea del hogar genera mucha rabia en el que está trabajando por la casa. Aprendamos a tomarnos tiempos de descanso juntos y por sobretodo aprendamos a dividir los departamentos de nuestra empresa llamada FAMILIA.

Si sigues recargada mentalmente, a pesar de los intentos, quiere decir que sigues haciendo demasiado. Necesitas sentarte con tu pareja y mirar como lo harán distinto para que funcione. ¿Cuáles serán tus departamentos? ¿estarás dispuesta a delegar y realmente entregar el mando? ¿Cuándo empezaremos a mirar la tarea de la crianza como una tarea compartida?. Y si eres hombre y estás leyendo estas líneas ¿cuánta carga mental tienes de la casa? ¿Podrías asumir más por el bienestar de tu pareja y finalmente de todos los que componen la familia?
Los hijos, la casa y que todo funcione no solo depende de nosotras. Si queremos cuidar a nuestros hijos y a nuestra pareja, necesitamos empezar por cuidarnos a nosotras mismas. Levantemos la voz y no asumamos roles simplemente por lo que hemos vivido a través de la historia. Ya sabemos que la historia está cambiando y en nuestras familias no puede pasar algo distinto. Cuidémonos y querámonos. Cuidemos y queramos al otro, siempre convencidas de que para que esto ocurra no podemos estar cansadas, gruñonas y quejosas.

Para estar bien necesitamos mirar nuestra carga, y no sentirla como propia. La familia la construimos TODOS y entonces la pareja en conjunto es gerente de esta empresa, ambos encontraremos el rumbo y los dos intentaremos que se cuide el bienestar de todos los que la integran. La familia es un acto de amor, y entonces es desde ese amor que buscaremos el equilibrio mental para todos.

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