Siempre he pensado que la adolescencia, lejos de ser una etapa difícil, se acerca más a una etapa donde nos llenamos de sueños, creencias e ideales por los cuales encontramos el coraje de luchar. Sin embargo, actualmente la vida es distinta para nuestros adolescentes, y si bien sigue existiendo la búsqueda y la necesidad de poder alcanzar esos ideales, existe un miedo mucho más profundo. Miedo a mostrarse, miedo al error, miedo a estar en el ojo crítico y enjuiciador de otros. Y sin duda, miedo a salir de la zona de comodidad.
Nuestros adolescentes tienen y viven algo que a nosotros no nos tocó vivir. Viven expuestos, mucho más expuestos de lo que imaginamos. Ellos hablan, interactúan y buscan ideales a través de las redes sociales y eso hace que lo que cada uno de ellos elija mostrar sea visto por miles de ojos amenazantes del mismo círculo de amigos. Entonces esa equivocación que nosotros vivíamos con un círculo de amigos cercanos, para ellos es expuesta frente a miles de ojos virtuales. Y no es solo lo que cada uno de ellos comparte de sí mismos en las redes, es también lo que decidieron compartir de otros.
La exposición es inimaginable y, lo que es peor, la dañina necesidad de compararse frente a cuerpos “perfectos”, vidas “perfectas” y relaciones “perfectas”, los deja desprovistos de la seguridad y valentía que se necesita para luchar por esos sueños, creencias e ideales propios. Cada una de nuestras jóvenes elige mostrar lo mejor de sí, creando una extraña y falsa ilusión de que la perfección existe. Es desde esa fantasía que día a día crece la enorme frustración al compararse con otras y decirse a sí mismas con certeza que ellas no son lo suficientemente buenas, bonitas, cariñosas, deportistas y estudiosas como el resto. Hoy levantar la voz y luchar por sus ideales se hace infinitamente más difícil para ellas.
Aquella que decide hacer o mostrar algo distinto no solo es valiente, sino que tiene la enorme fortaleza para salir de su zona de comodidad y luchar por aquello que cree y siente desde lo más profundo de su corazón. Me alegro de ver en redes sociales a muchas adolescentes que han alzado su voz para decir “soy suficiente”, “soy bonita en este cuerpo”, “yo me acepto”, “yo me quiero”, “no necesito ser perfecta”, “soy perfecta en mi imperfección”. Y es desde ese coraje y valentía de algunas mujeres adolescentes, que varias más se han atrevido a subir fotos en sus cuentas de Instagram donde salen tal y como son, abrazándose desde todas sus imperfecciones que, finalmente, las hacen infinitamente humanas, distintas, únicas y especiales.
Una de mis pacientes orgullosamente subió a sus redes sociales una publicación en la que dice que quiere elegir quererse tal y como es. Ya no quiere seguir intentando ser alguien inalcanzable, sino conquistar su belleza desde su unicidad. Junto a varias fotos que ella “jamás hubiera compartido” y junto a un cartel que decía “I accept myself as I am” (me acepto a mí misma como soy) se atrevió a escribirle a sus cercanos lo siguiente: “Estoy partiendo un nuevo proceso, un proceso tan difícil que ni siquiera me siento tan capaz de lograr. Hoy quiero conquistar el amor propio, rebelarme contra esta cultura y esta sociedad. Quiero sentirme saludable y a la vez estar bien conmigo misma. Quiero tener la autoestima suficiente para tenerme amor propio. Creo que necesito apoyo y ánimo. No es un camino corto ni algo que pase de un día para otro. Aquí les dejo todas estas fotos en que sí soy yo. Fotos que nunca subiría, pero creo que hacerlo es un paso enorme para quererme más es poder compartirlas. Aquí veo la doble pera, las piernas gordas, la celulitis, el brazo gordo, los cachetes, mi guata que no es plana y, bueno, muchos detalles más. Espero algún día quererme con todos mis defectos, sobre todo los físicos, que estoy segura no me definen y no tienen gran importancia”.
¿No les parece loco e irreal tener que ser una revolucionaria para quererse a uno misma? ¿Cómo habremos llegado a creer o pensar que existe la perfección? ¿Cuánto de esto mostramos en redes sociales? ¿Cuánto como papás alimentamos estas ideas de perfección? Pareciera ser que quererse y aceptarse tiene que ser una conquista y un proceso, cuando en realidad deberíamos aprender a querernos siempre y a tratarnos con más amor y cariño a nosotras mismas.
Lo que me llama más la atención de todo esto es que todas las adolescentes que levantaron su voz a través de redes sociales, realmente sentían que había razones para no quererse. Ese brazo gordo, esos cachetes, celulitis o rollitos eran básicamente una imagen corporal distorsionada de ellas mismas, porque en realidad eran todas bonitas y especiales a los ojos de otros. Y es que a veces nuestros ojos se transforman en nuestro peor crítico interno.
El culto a la belleza y la trampa de la perfección pone el ojo en lo que nos falta, en lo que no tenemos o en lo que quisiéramos cambiar. ¿Qué tal si cambiamos la dirección y logramos mirar y valorar lo que sí tenemos? ¿Qué pasa si realmente empezamos a querernos tal y como somos en nuestro exterior y nos preocupamos de cultivar nuestro interior? Espero todas las que me leen, en sus infinitos roles y edades, puedan levantar sus voces para que amarnos a nosotras mismas no tenga que ser una lucha, sino que sea lo natural, la costumbre. Como decía Oscar Wilde: “Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance de por vida”.